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Un acuerdo al borde del precipicio que abre múltiples interrogantes

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El gobierno aceleró las negociaciones y anunció el viernes un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional, una vez que las variables financieras habían llegado a una tensión límite. Como ocurrió en la crisis cambiaria de octubre 2020 (en la que el dólar blue y el contado con liquidación habían llegado a 300 y 327 pesos de hoy) dobló justo antes de caer por el precipicio. El contado con liquidación había trepado 13% en las últimas dos semanas, llevando la brecha cambiaria a 123%, pisándole los talones a la récord del mandato de Alberto Fernández de 132% en octubre 2020 (con el aliciente de sólo se haberse mantenido un día en esos niveles). Además, los bonos se habían derretido (desde niveles de subsuelo), cayendo 10% desde comienzos de año y empujando al Riesgo País al récord post reestructuración de 1.962 puntos básicos. Por su parte, las Reservas Netas del Banco Central iban a quedar en niveles de US$500 millones con el pago de US$718m al organismo que finalmente será realizado. En síntesis, no había lugar para continuar con la procrastinación.

Un primer aspecto para destacar es que el gobierno parte de un déficit primario de 3% del PBI en 2021, pero que neto de ingresos extraordinarios como Impuesto a la Riqueza y Derechos de Exportación excepcionales, se acerca a 4% del PBI, por lo que el ajuste requerido para el primer año será de 1,5 puntos porcentuales (pp) y no de 0,5. Sin mayoría en las Cámaras, el gobierno difícilmente logre pasar aumentos de impuestos (al menos legislados), por lo que cabe pensar que algún ajuste del gasto tendrá que hacer. Esto choca con las palabras del ministro Martín Guzmán que en la conferencia de prensa anunció que el gasto se mantendrá en términos reales.

No obstante, también podríamos decir que si no hay aumento de tarifas como anunció Guzmán (y luego desmentido por el Fondo en su comunicado) los Subsidios Energéticos subirían de 2,3% del PBI a 3,3% del PBI y los de Transporte de 0,7% a 0,8%, llevando esta combinación a los Subsidios Económicos de 3% del producto a 4,1%. En consecuencia, las tarifas deben tener un fuerte ajuste para no seguir creciendo y uno más fuerte aún para reducir los subsidios a la energía, como anunció el organismo. Queda claro que el sendero fiscal tiene sus enredos.

En otras palabras, a la Argentina se le exigirá menor prudencia fiscal en el año electoral y el ajuste más fuerte deberá realizarlo la gestión que suceda a la actual. Más importante que esto, el cumplimiento de las metas será revisado trimestralmente (10 revisiones para este acuerdo de 2 años y medio) y si se cumplen se realizará el desembolso correspondiente para cancelar los vencimientos del Stand By original que sigue on board.

Será el gran desafío de la coalición oficial respetar los mandatos del Fondo en un año electoral como 2023, y no caer en la tentación de la clásica laxitud fiscal y monetaria de los años impares.

El financiamiento al Tesoro lo terminará proveyendo la liquidez bancaria, que es algo que ya hemos comenzado a ver en lo que va del año. La reorganización de la política monetaria del BCRA del 7 de enero ya iba en ese sentido, limitando el stock de LELIQ a 28 días y forzando a los bancos a colocar su liquidez excedente en las Licitaciones de bonos del Tesoro. Este desarme de pasivos remunerados del BCRA para suscribir letras y bonos del Tesoro es monetariamente expansivo.

Respecto a las tasas de interés, el organismo rezó en su comunicado haber llegado a un entendimiento por rendimientos reales positivos. Este punto siembra dudas ya que, para reportarle un rendimiento real en pesos al depositante, la BADLAR debería subir unos 700 puntos básicos para llegar a una TNA de 45% (TEA de 56%), lo que obligaría a la LELIQ (tasa de política monetaria) a ir a una TNA de 48% (suba de 800 puntos básicos).

Tal vez el equipo económico tenga como idea comprar tiempo hasta la entrada de la cosecha gruesa a fines de marzo y que la liquidación del agro en su período de mayor estacionalidad, le permita sumar reservas para transitar todo el 2022 y que en el 2023 las expectativas ya estén puestas en la elección presidencial.

En definitiva, todavía debemos esperar la letra chica del acuerdo ya que el diablo suele estar en los detalles, pero por lo pronto el oficialismo mostró su instinto de autopreservación y evitó el choque de trenes. El contado con liquidación se desinfló 9 pesos (-3% diario) y el blue 10 pesos (-4,5%), pero ambos siguen encima de los valores de hace dos semanas. Los bonos “volaron” 7% en promedio y el Riesgo País descomprimió 65 puntos básicos hasta 1.839, pero todavía sigue muy por encima de los 1.688 del cierre de 2021.